#110. El Tamaño Sí Importa: Haz Promesas Enormes. No Dan Puntos Extra por Dificultad. Encuentra tu Ángulo Único
No Solo Suerte - 1 marzo 2025
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1. El Tamaño Sí Importa: Haz Promesas Enormes
“En aquel momento, si hubiéramos sabido el dolor y el sufrimiento, lo vulnerable que te vas a sentir, los desafíos que vas a enfrentar, la vergüenza, la humillación y la interminable lista de cosas que pueden salir mal, creo que nadie fundaría una empresa. Nadie en su sano juicio lo haría.
Creo que esa es la superpotencia de un emprendedor. No sabe lo difícil que es, solo se dice a sí mismo: ‘no puede ser tan difícil’. Incluso hoy en día sigo engañando a mi cerebro para que piense: ‘no puede ser tan difícil’. Es un truco que sigue funcionando.”
- Jensen Huang, Fundador y CEO de Nvidia
En 2013 dejé la comodidad de mi posición en Morgan Stanley en Londres para irme a Maputo (Mozambique) a montar un banco de inversión enfocado en impacto, ThirdWay Partners.
Una de las cosas que aprendí en los (durísimos) 5 años que siguieron es que a muy poca gente le importa lo que haces. La única manera de atraer la atención, los recursos y el talento que ese germen de negocio necesita es poner encima de la mesa una ambición tan (tan) brutal que haga que el resto del mundo quiera que triunfes.
Es tratar de aprovechar el poder de la reflexividad: el principio por el cual a mayor importancia de tu objetivo (definido como la promesa que le haces al mundo de que vas a conseguir algo), más potente es la posible respuesta del mundo a ese objetivo.
Veamos cómo funciona.
La Reflexividad: la mano invisible que mueve el mundo
“Pensar en pequeño es una profecía autocumplida. Los líderes de verdad crean y comunican una dirección audaz que inspira resultados."
- Jeff Bezos
La reflexividad en filosofía y ciencias sociales, popularizada por Karl Popper y el inversor George Soros, sugiere que un observador influye en el fenómeno que estudia y, éste, a su vez, se ve afectado por él.
Es decir, nuestras creencias y expectativas afectan lo que pasa a nuestro alrededor, y esos acontecimientos, a su vez, refuerzan o modifican nuestras creencias. Es un ciclo que se retroalimenta.
Es un fenómeno que he vivido una y otra vez, y que está detrás de dos pilares de mi sistema de creencias: 1) que la realidad es ampliamente negociable, y 2) que las palabras crean realidades.
En 2021, el gran
publicó un artículo buenísimo sobre este fenómeno (puedes leerlo aquí). Nos dejaba entonces este ejemplo para demostrar su poder:“Pensemos en Tesla. Sus inversores piensan que puede llegar a ser el mayor fabricante de coches eléctricos del mundo, aunque sus fundamentales aún no lo reflejan. Sin embargo, cotizar a un precio tan alto en bolsa le está permitiendo financiarse muy barato, lo que está a su vez ayudando a la compañía a mejorar sus fundamentales—a producir y vender más—, lo que, a su vez, está contribuyendo a seguir aumentando el precio.”
El post de Samuel en 2021 envejeció muy bien: Tesla llegó a ser el fabricante #1 de coches eléctricos del mundo en 2023, dos años más tarde.
La reflexividad también aplica en otros campos, como por ejemplo las posibilidades de que te vaya bien en una empresa:
Pensemos en alguien que se se presenta con mucha confianza a una entrevista.
Detrás de esa confianza, el entrevistador intuye un alto grado de recursividad, lo que refuerza su percepción de valía profesional. Esta percepción aumenta las posibilidades de que el entrevistador haga una oferta.
Al conseguir el puesto, esta persona ve reforzada su autoconfianza y emprende su desempeño con aplomo. Esa seguridad psicológica le permite tomar mejores decisiones y asumir gradualmente más responsabilidades, lo que le lleva a lograr resultados que, a su vez, refuerzan circularmente su desempeño.
Seguro que has visto el patrón a tu alrededor alguna vez: confianza > desempeño > confianza > desempeño… y así en loop permanente. El huevo y la gallina.
El poder de marcarse objetivos poco razonables en un mundo reflexivo
“Siempre he creído que alcanzar grandes metas es tan difícil como lograr objetivos pequeños. La única diferencia es que los objetivos más grandes tienen consecuencias mucho más significativas.
Dado que sólo tienes fuerzas limitadas para concentrarte al 100% en cada momento, es fundamental perseguir una meta que realmente valga la pena y que justifique la atención y el enfoque necesarios para garantizar su éxito.”
- Stephen Schwartzman, Fundador de Blackstone
Al poco tiempo de fundar nuestra aventura en África nos dimos cuenta de que íbamos a necesitar capital para crear el equipo y dotarnos del tiempo suficiente para demostrar nuestra tesis. Estábamos abriendo un paradigma completamente nuevo, y necesitábamos 5 millones de dólares para financiarlo.
Nos dimos cuenta entonces de que la gente reaccionaba mucho mejor a una valoración más alta que a una más baja. La valoración más alta dejaba en los inversores una percepción de ambición desmedida que atraía su interés. De nuestro lado, la valoración más alta también aportaba valor: filtraba en el proceso al tipo de inversor con mejor encaje para un viaje como el que estábamos iniciando.
Es algo que te contaba en la edición 25, hablando precisamente de lo que aprendí en África: “Es más fácil levantar $50m que $5m, y es más fácil hacerlo a una valoración más alta que a una más baja. Al ser humano le gusta ser parte de algo grande, aunque al principio sea sólo en potencia.”
Esto también tuvo su impacto en el equipo. El tipo de ambición que demostrábamos con la valoración a la que estábamos levantando capital era un imán para gente con un nivel de hambre parecido al nuestro. Logramos de este modo atraer a gente muy buena que renunció a salario en el corto plazo por venir con nosotros.
Todo aquello fue una demostración más de que la reflexividad hace que el mundo te devuelva en proporción a la importancia de tu objetivo. Es lo que pasa cuando le haces promesas enormes al mundo: que, a veces, el mundo conspira contigo para que se cumplan.
Haz promesas enormes que saquen lo mejor de ti
“Tener una meta inusualmente grande es una inyección de adrenalina que te da la resistencia necesaria para superar las inevitables dificultades que acompañan a cualquier desafío. Las metas realistas, limitadas al nivel de ambición promedio, carecen de inspiración y solo te impulsarán hasta el primer o segundo obstáculo, momento en el que probablemente tirarás la toalla.
Si la recompensa potencial es mediocre o promedio, tu esfuerzo también lo será. La mejor pesca está donde menos gente va, y la inseguridad colectiva del mundo hace que sea más fácil conseguir grandes éxitos mientras los demás solo aspiran a logros menores. Simplemente hay menos competencia para los objetivos más grandes.”
- Tim Ferriss
Todos aquellos que han cambiado sus industrias (Sam Zell, David Ogilvy, Elon Musk, Steve Jobs, Ted Turner, etc.) coinciden en algo: los planes pequeños no mueven a nadie. Son las grandes promesas las que crean movimientos. Y esos movimientos son los que cambian el mundo.
Si nunca haces grandes promesas, muy pocos se interesarán en lo que haces. Si necesitas talento o capital para avanzar en tu proyecto, tendrás que conseguir que otros crean en ello. Y al hacerlo, quizá estés un paso más cerca de conseguir eso que quieres. Porque como dice Will Smith, “La realidad te pagará de vuelta en la misma proporción a tu delirio.”
2. No Dan Puntos Extra por Dificultad
La mayoría de las cosas importantes de la vida (patrimonio, trabajo, relaciones) se parecen más al tenis que al patinaje artístico: no dan puntos extra por el grado de dificultad.
No te darán puntos extra en la vida por forzarte a pasarla rodeado de gente vaga, negativa, y quejicosa.
No te darán puntos extra en tu carrera por trabajar en un puesto que no encaja bien con tus fortalezas, o por trabajar en esa compañía que mola tanto contar pero que no encaja en tus valores.
No dan puntos extra por invertir tus ahorros en ideas complicadas. Para la mayoría de la gente, un simple fondo indexado mantenido a largo plazo será mejor que el 80% de las alternativas.
Las reglas de cualquier juego suelen ser pocas y simples. Lo demás viene impuesto desde fuera (otros) o desde dentro (creencias). No te lo pongas más difícil de lo necesario. La vida es ya muy complicada tal y como es.
Hazle caso al bueno de Warren Buffett, que en 1998 lo explicó de un modo muy fiel a su estilo:
"La inversión no es como el salto olímpico. En el salto olímpico, hay puntos por el grado de dificultad. Si haces bien un clavado muy difícil, la recompensa será mayor que si haces un clavado muy simple.
En el mundo de la inversión, te pagan igual de bien por la inversión más simple, siempre que la ejecutes correctamente. Y no hay razón para intentar un triple tirabuzón cuando te pagan igual de bien por meterte en el agua por la escalerilla de la piscina.
Nosotros buscamos saltar escalones de 30cm, no vallas de medio metro. Y está muy bien, porque nos pagan igual de bien por saltar esos 30cm".
3. Encuentra tu Ángulo Único
En una cena en honor a la banda de metal Iron Maiden, un joven agente se acercó a Rod Smallwood, su manager, y le dijo lo mucho que admiraba su contribución a la industria musical.
Smallwood lo miró, sorprendido, y le respondió: “¡Ja! ¿Tú crees que estoy en el negocio de la música? No, no. No te equivoques. Yo estoy en el negocio de Iron Maiden.”
Los mejores en cada campo no son los que mejor siguen la corriente. Son los que entienden que su marca personal, su forma de operar y su manera de aportar valor son su verdadero negocio.
No estás en el negocio de tu industria, estás en el negocio de ti mismo. La única ventaja real en este mundo es que no puedan compararte con nadie.
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Fantástico artículo. Muy inspirador! Gracias
Siempre muy inspirador. Muchas gracias!